Voy a contar una historia, si permitís. Lo hago desde la biblioteca, el lugar de los cuentos y las mil historias. ¿Será por eso que lo que comenzó con la vocación de un artículo de agradecimiento a un alumno de sexto de Primaria ha terminado transformándose en una historia sobre lo que ocurre con sólo abrir una ventanita al alumnado?
El artículo comenzaba así:
Llevar a niños y niñas al maravilloso mundo de los cuentos, pasearlos por los bosques de hadas y malvadas brujas, adentrarse en cuevas o minas donde acontecen sucesos extraordinarios, presentarles ogros, princesas, duendes, animales parlantes o personas normalitas y mediocres con vidas ya rutinarias, ya fantásticas, no es tarea fácil para un cuentacuentos.
Es necesario captar la atención a través de las palabras, centrar las dosis de imaginación en un punto determinado de la historia, evitar el despiste de quienes se quedan enganchados en el hilito que cuelga de la camisa de quien cuenta el cuento
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Juanjo Padilla y su caja maravillosa: "¿te atreves con un cuento |
Un jueves, en la biblioteca tuvimos la suerte de contar con un cuentacuentos de excepción. Nos referimos a Juan José Padilla. Llegó con su cajita llena de objetos mágicos que nos mostraba con pericia bajo nuestros ojos atónitos. Hilaba la historia con pausas que bordaban la emoción en el alma, miraba a los ojos e interrogaba como si toda la vida se hubiese dedicado a rebuscar entre las verdades ocultas de las personas.
Fue un cuento largo, pero apasionante, por el que se nos presentaron duendes, príncipes, instrumentos musicales y objetos fascinantes: "El país de las piedras preciosas".
La historia comienza un sábado, cuando pensaba actividades para dinamizar la biblioteca y que no supusiese 'pérdida de tiempo' -entrecomillo porque se trata de una cita, no es una frase mía- de las horas lectivas dedicadas a las asignaturas, incluída la propia lengua y su dedicación específica a la hora de lectura obligatoria. Así empezó la nada creativa actividad
"¿Quieres que te cuente un cuento?"
Desde entonces, los jueves toca cuento en la biblioteca y cada vez la pandilla leal es más numerosa. No es fácil recordar que los jueves no hay servicio de préstamo y devolución y las interrumpciones se suceden sin querer, pero poco a poco se va consiguiendo un ambiente propicio para contar el cuento.
Uno de los alumnos asiduos, al terminar una sesión me pidió contar el cuento para el próximo jueves. A los y las demás que lo escucharon les gustó mucho. Les impresionó el arte de Juanjo para contar cuentos y también les agradó mucho la idea de pensar que tenían la opción de contar un cuento a los demás.
A partir de ese jueves,
afortunadamente, el planteamiento de la biblioteca: ¿quieres que te cuente un cuento? pasó a ser:
¿te atreves con un cuento? La siguiente fue Jenir, que con un poco de miedo escénico -la biblioteca estaba de bote en bote- , se decidió por leer el cuento en lugar de contarlo -quien la conoce sabe que es para ella toda una proeza-
Así, cada jueves, desde la misma sesión de cuentacuentos, libre e improvisadamente, surgen espontáneos y espontáneas dispuestas a deleitarnos y a regalarnos un poquito de su tiempo y un mar de emoción y fantasía.
Y este cuento no ha acabado, porque cuando se le brinda una pequeña oportunidad al alumnado, nos encontramos con sorpresas. algunas tan extraordinarias como la de Carmen y Ángela, se que ofrecieron para contar el cuento entre las dos. Empezaron por buscar el cuento y quedaron para ver cómo lo contarían entre las dos, quién haría las voces o quién sería la voz narradora. Seguro que habrá más aportaciones de este estilo y colorín, colorán, como véis, este cuento no ha hecho más que comenzar...
La nube léxica de esta entrada queda así:
Más información sobre la herramienta en próximas entradas.