'El amor lo encuenro entre los libros. Leo mucho, y eso me consuela. Nunca estás sola cuando vives entre libros´dice Sophie Divry, autora de este libro. Tenía pendiente, desde hace meses, la reseña del mismo que leí de una sentada. Una noche de septiembre cuando por mi vida pasaban sombras y temores. Su estilo de monólogo interior y confidente atrapó mi lado más cotilla, de alguna manera, leer el interior ajeno consolaba el mío propio y el tema me cautivó. La obra trata los pensamientos a veces neuróticos y angustiosos de una bibliotecaria. Sus emociones ante la vida insulsa que lleva, alejada del amor, del que ya no cree por un gran desengaño amoroso y realizando un trabajo en que pasa desapercibida entre montones de libros. Todo ello se mezcla con tesis sobre el papel de las bibliotecas, la lectura y la cultura en la sociedad, que lógicamente, por asumir durante estos dos años ya, el papel de maestra bibliotecaria, me toca muy de lleno.
Una reflexión sobre el papel de la persona bibliotecaria define
muy bien la sensación de placer que me produce recomendar algunas lecturas y que
luego niños y niñas lleguen con una sonrisa de oreja a oreja y me den
las gracias por haberles aconsejado su lectura que tanto les ha
agradado: 'No hay nada más
emocionante y gratificante que juzgar la clase de persona que tienes
delante, tantear sus expectativas, dar entre las estanteráis con el
libro que anda buscando y hacer que se encuentren. Los dos juntos, libro
y lector, en el momento adecuado de la vida de cada uno, eso puede
producir chispas, una llamarada, una hoguera, puede cambiar una vida.'
No puedo dejar pasar la oportunidad de traer también a este espacio la definicición que hace la autora sobre la biblioteca:
'Entrar en una biblioteca es, ni más ni menos, que volver al regazo de mamá... Sí, como mamá, la biblioteca te da un beso mágico y todo desaparece. ¿Mal de amores? ¿Misantropía? ¿Desesperación hacia el mundo? ¿Dolor de cabeza? ¿Insomnio? ¿Indigestión? ¿Callos en los pies? Puedo atestiguarlo, no hay una sola de estas patologías que la biblioteca no pueda aliviar.'
Cuando leí estas palabras entendí lo que sentía sin ponerle palabras, comprendí porqué me apasiona tanto el trabajo que realizo.
Para terminar propiciando un poco de debate, reseño que en el libro aparecen afirmaciones tan controvertidas, pero que invitan a una reflexión seria, como: 'la cultura no es un placer. La cultura es un esfuerzo permanente del ser para escapar de su vil condición de primate subcivilizado' o 'Ruido, siempre ruido, nunca el silencio de un libro, nunca. Hay que reaccionar, haya que hacer algo, el ministro os tiene engañados, jovencitos, sabe muy bien que la revolución no se gesta en el ruido, sino en el silencio susurrante de las lecturas personales'. Ahí queda...